sábado, 27 de octubre de 2012

El Cepca del Consell d'Eibissa atiende anualmente entre 50 y 60 familias que tienen problemas por el consumo de cannabis de sus hijos adolescentes

Adolescentes en la nube blanca es como titula el diariodeibiza.es  al conflicto en el que se encuentras muchas familias por el consumo de cannabis de sus hijos adolescentes.

Según Bienestar Social : Atravesar la complicada etapa de la adolescencia con ayuda de los porros es un recurso al que acuden muchos jóvenes y que, en el caso de Eivissa, supone una fuente de conflicto para decenas de familias. Para enfrentarse a este consumo, que genera apatía y absentismo escolar, los padres cuentan con la ayuda de un programa específico del Centro de Prevención de Conductas Adictivas del Consell.


El Centro de Estudio y Prevención de Conductas Adictivas (Cepca) del Consell de Eivissa atiende cada año a entre 50 y 60 familias que tienen problemas por el consumo de cannabis de sus hijos adolescentes. Hace 12 años que se puso en marcha un programa específico y gratuito para los jóvenes con este problema, servicio que incluye el asesoramiento a sus familiares. El servicio se creó para llegar a casos que no pueden ser atendidos en los centros de tratamiento de conductas adictivas porque se trata de menores y porque, pese a sus pautas de comportamiento, no se puede establecer que tengan una adicción.
Muchas de las familias que acceden a este programa lo hacen derivadas por los centros educativos de Secundaria, pero también las hay que acuden por el boca-oreja. Después de más de una década son muchos los padres que han recibido esta ayuda y suelen recomendarla a quienes se encuentran en una situación similar.
La de los fumadores diarios de cannabis es la pauta de consumo que más problemas genera. Cuando los chicos solo fuman los fines de semana el estrés familiar es menor y su entorno no recurre al Cepca. «La ayuda se pide en los casos de jóvenes que se levantan por la mañana y lo primero que hacen es fumar: entran en una espiral de apatía, surgen los conflictos en casa…», explica Belén Alvite, directora del Cepca.
Esta psicóloga explica que no hay grandes diferencias en los patrones de consumo en Eivissa respecto al resto de España. El número de casos tratados está dentro de la media nacional, el problema es que estos patrones son muy problemáticos en todo el país: hay tantos chicos que prueban el cannabis como el tabaco, y esto se repite en Eivissa.

Efectos sobre la salud

De cada 100 chicos, más de 40 prueban el tabaco y la misma proporción experimenta con el cannabis: «Hay que recordar que entre ambos hay diferencias importantes. Una es una droga legal y la otra no. Las consecuencias para el desarrollo y la maduración psicológica son diferentes. El tabaco tiene efectos sobre la salud física pero no sobre la mental, sin embargo el cannabis causa problemas en la maduración de los chavales».
Alvite asegura que estos comportamientos están motivados por los mensajes emitidos por la sociedad: «Somos muy permisivos con el alcohol. Hemos mandado muchos mensajes respecto al tabaco y eso ha hecho que la gente se acerque menos a él. Puedes fumar o no fumar, pero ya sabes que vas a vivir menos y con peor calidad de vida. En cuanto al cannabis los jóvenes reciben todavía mensajes muy confusos y respecto al alcohol, casi ni los reciben. Se trabaja muy poco el consumo de alcohol a nivel social».
El perfil del adolescente consumidor de riesgo atendido en el Cepca corresponde principalmente a jóvenes que fuman cannabis. «No suele venir tanta gente con problemas de alcohol, creo que porque la percepción de riesgo de las familias en este caso es menor. Una familia ante una borrachera puede reaccionar con una gran bronca y la imposición de una serie de límites, ante el consumo de cannabis la misma familia se alarma porque piensa que esto es un efecto domino y que si empiezas con una droga será más fácil probar la siguiente», explica esta especialista.

La metáfora de la mochila

¿Qué hay que hacer para no llegar a esta situación? ¿Cómo debe actuarse para que un niño no se convierta en un adolescente conflictivo y consumidor de sustancias nocivas? Cuando el Cepca comenzó a funcionar todas las escuelas (talleres para padres en los centros educativos) que se organizaban abordaban las consecuencias del consumo de drogas en la adolescencia. Los profesionales se dieron cuenta de que los padres a menudo respondían a sus explicaciones: «Esto tenía que haberlo aprendido antes». Y el proceso evolucionó. Los límites, las normas, rutinas, la comunicación…, se trabajan a edades tempranas. «Ha llegado un momento en que hemos hechos escuelas hasta en centros de 0-3 años porque nos las han pedido», apunta Alvite.
La fórmula no es fácil. El secreto es «trabajar mucho». «Ser padre no es un suceso, es un proceso que significa mucha presencia y en un periodo muy concreto: la infancia», destaca. A los progenitores se les explica una metáfora: Educar a los hijos es como prepararlos para que se vayan de campamento. Tienen una mochila abierta en la que los padres van introduciendo las herramientas que necesitarán para su aventura, pero llega un momento en que cierran su mochila y salen. Es la adolescencia. «Hay muchos padres que entonces empiezan a correr detrás de ellos para seguir metiendo cosas en la mochila porque se han dado cuenta de que no llevan lo suficiente. Pero la mochila está ya cerrada», ejemplifica Alvite.

Infancias poco trabajadas

Los expertos argumentan que no se puede pedir responsabilidad a una persona a la que no se ha adiestrado para tenerla. De poco sirve quejarse de que el chico no ordena su habitación si nunca se le ha obligado a hacerlo.
«El año pasado me encontré con un caso en el que una madre contaba que acababa de conseguir por fin que su hijo de 15 años metiera la ropa sucia en el cesto de lavar. Eso lo tiene que hacer un niño con 18 meses. Las responsabilidades son una especie de músculo. Las peores adolescencias las sufren quienes han trabajado menos en la infancia de sus hijos», advierte la coordinadora de este programa.
«Educar a los hijos con criterios propios es difícil, pero hacerlo con criterios ajenos es aún más complicado y eso es lo que está haciendo mucha gente. Le compran un móvil porque lo tiene el resto de la clase, cómo no va a tener Facebook si ya hay tres compañeros con su propio perfil… Y les dices, ‘alma de cántaro, que es ilegal. En Facebook no se pueden abrir perfiles hasta los 14 años y tu hija tiene 10’», indica Alvite para avisar de que el ritmo educativo no lo debe marcar la sociedad sino los progenitores: «A veces hay que ser un padre impopular, es lo que toca».
En ocasiones los progenitores no asumen su responsabilidad educativa y buscan culpables externos para los problemas de sus hijos. En el centro dependiente del Consell recuerdan que «un adolescente no se levanta a los 13 años y decide hacer lo que le parezca sin que le importe en absoluto el sufrimiento que genera en su familia». «Eso no pasa de la noche a la mañana. Se construye día a día. Pero después es muy doloroso admitirlo y se buscan culpables fuera: el centro educativo no avisó, los profesores no son motivadores, la administración pública no ayuda…», destaca Alvite.
Hay otras circunstancias que pueden acabar traduciéndose en una adolescencia problemática: «Tener una familia es muy complejo. A veces falta uno de los dos padres, o tienen excesivo trabajo…, no se dan cuenta de que el tiempo pasa muy deprisa. Para poner las bases hay un periodo muy concreto».
Cuando el problema ya se ha presentado lo que hay que hacer es «armarse de paciencia, buscar ayuda de profesionales que te marquen pautas y cumplirlas». De poco sirve pasar años acudiendo a especialistas si luego no se aplica el tratamiento recetado.
Cuando el joven consume drogas y los padres acuden al Cepca se concierta una cita para conocer al menor: «Cuando él te explica su pauta de consumo, el tiempo que lleva, la cantidad que fuma, en qué ocasiones, buscando qué efectos y cuál es su proyecto de vida, hay veces que concluyes que el consumo es experimental y no tiene por qué convertirse en un problema. Para la mayoría de personas que consumen cannabis no es así».
Pero existe otro perfil. El de los jóvenes en los que el consumo se detecta a muy temprana edad y aseguran que, si no es fumando, no pueden aguantar estar el instituto. «Son chicos que no tienen claro quiénes son ni qué papel quieren jugar en la vida, lo único que saben es que lo que tienen alrededor no les gusta. No se trata de un consumo que busca la diversión sino una especie de automedicación. Ese es el perfil de riesgo y es mucho más complejo», revela.

Sin moralinas

Llegados a este punto se trabaja «hacia atrás», para averiguar a qué se debe la inmadurez emocional del menor. A menudo se intenta trabajar la comunicación. Los padres llevan mucho tiempo dirigiéndose a sus hijos solo para reñirles y se les incentiva para que valoren lo que hacen bien y se lo digan para mejorar su autoestima y ayudarle a ir asumiendo pequeñas responsabilidades. «Se trata de ganar otros terrenos, ya perdidos, para poder afrontar después lo que ocurre con el cannabis», explica.
En este programa se evitan los juicios de valor, para que los jóvenes se sientan a gusto. «Les decimos ¿no te das cuenta de que mogollón de veces te rayas ? Un amigo te dice algo y te vuelves a casa pensando ‘¡Será cabrón!, ¿por qué me ha dicho esto?’ Pues eso es una idea circular producida por el cannabis», relata.. Muchos dicen «es verdad» porque se les habla de lo que les pasa evitando las moralinas paternales: «Estás destrozándome la vida, yo que lo he hecho todo por ti, vas a ser un tirado…».

Los padres que se enfrentan a esta situación pueden llamar al 971317403 y pedir asesoramiento de familia. Se da una primera cita a los padres por las mañanas y posteriormente a los menores se les asesora por las tardes, para no interferir con el horario escolar.

Fuente diariodeibiza.es


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