La MDMA (3,4 metilendioximetanfetamina)
es una droga sintética y psicoactiva, químicamente similar al estimulante
metanfetamina y al alucinógeno mezcalina. Causa un efecto vigorizante,
eufórico, calidez emocional y distorsión en la percepción del tiempo y de las
experiencias táctiles.
¿Cómo se abusa la MDMA?
La MDMA se toma por vía oral en forma de
cápsula o pastilla. Inicialmente era popular entre los adolescentes y jóvenes
caucásicos que acudían a los clubes nocturnos o a las fiestas de baile de todo
el fin de semana conocidas como fiestas “rave”. Recientemente, el perfil del
usuario típico de la MDMA ha cambiado y la droga afecta ahora a un espectro más
amplio de grupos étnicos. La MDMA es también popular entre los hombres
homosexuales que viven en áreas urbanas. Algunos informan que usan la MDMA como
parte de sus experiencias con drogas múltiples, las cuales incluyen marihuana,
cocaína, metanfetamina, ketamina y otras sustancias lícitas e ilícitas.
¿Cómo afecta la MDMA al cerebro?
La MDMA ejerce sus efectos primarios en
las neuronas del cerebro que usan el neurotransmisor químico llamado
serotonina, para comunicarse con otras neuronas. El sistema de la serotonina
juega un papel importante en la regulación del estado de ánimo, la agresión, la
actividad sexual, el sueño y la sensibilidad al dolor. La MDMA se une al
transportador de la recaptación de serotonina, el cual es responsable de
extraer la serotonina de la sinapsis (el espacio que queda entre una neurona y
otra) para extinguir la señal entre las neuronas. La MDMA causa también la
liberación excesiva de serotonina de las neuronas y tiene efectos similares
pero menos potentes sobre las neuronas que contienen dopamina y norepinefrina.
La MDMA puede producir confusión,
depresión, problemas de sueño, deseo vehemente por consumir la droga y ansiedad
intensa. Estos problemas se pueden presentar poco tiempo después de consumir la
droga o, en ocasiones, días o semanas después. Además, los usuarios crónicos de
MDMA tienen un rendimiento menor que los que no usan MDMA en ciertos tipos de
pruebas cognitivas o de memoria; aunque algunos de estos efectos pueden deberse
al uso de otras drogas en combinación con la MDMA. La investigación en animales
indica que la MDMA puede ser nociva para el cerebro. En un estudio en primates
no humanos se demostró que la exposición a la MDMA durante apenas 4 días
ocasionó daño en las terminales nerviosas de la serotonina, el cual era aún
evidente de 6 a 7 años después.1 Si bien no se ha demostrado de forma
definitiva una neurotoxicidad similar en los seres humanos, la mayoría de las
investigaciones en animales demuestran los daños de la MDMA y sugieren de forma
contundente que la MDMA no es una droga inofensiva para consumo humano. En la
actualidad esta área es un foco de intensa investigación.
Potencial adictivo
En algunas personas, la MDMA puede ser
adictiva. En una encuesta realizada entre adultos jóvenes y adolescentes
usuarios de la MDMA se encontró que el 43 por ciento de los que reportaron
haber consumido éxtasis cumplía con los criterios diagnósticos aceptados para
la dependencia. Éstos incluyen el uso continuado de la droga, a pesar de
conocer el daño físico o psicológico, al igual que los efectos de abstinencia,
y la tolerancia (disminución de la respuesta) que puede causar. Estos
resultados concuerdan con estudios similares realizados en otros países que
también sugieren una alta incidencia de dependencia a la MDMA entre los
usuarios. Los síntomas de abstinencia de la MDMA asociados con la suspensión
de su uso incluyen fatiga, pérdida del apetito, depresión y problemas de
concentración.
¿Qué otros efectos adversos para la salud tiene la MDMA?
La MDMA también puede resultar peligrosa
para la salud en general y en ocasiones su uso podría ser mortal. Muchos de los
efectos físicos de la MDMA son iguales a los de otros estimulantes como la
cocaína y las anfetaminas. Entre ellos, se cuenta el aumento de la frecuencia
cardiaca y la presión arterial, lo cual tiene un mayor riesgo en personas que
tienen problemas circulatorios o enfermedades cardiacas, y otros síntomas como
tensión muscular, contractura involuntaria de la mandíbula, náuseas, visión
borrosa, desmayos y escalofríos o sudoración.
En dosis altas, la MDMA puede alterar la
capacidad del organismo de regular la temperatura. En ocasiones raras pero
impredecibles, puede producir un aumento agudo de la temperatura corporal
(hipertermia), que puede causar insuficiencia hepática, renal o cardiovascular
o inclusive la muerte. La MDMA puede interferir con su propio metabolismo (su
degradación dentro del organismo); en consecuencia, la administración repetida
de la MDMA puede alcanzar niveles potencialmente peligrosos de la droga en
tiempos muy cortos.
Otras drogas que son químicamente
parecidas a la MDMA, como la MDA (metilendioxianfetamina, el compuesto primario
de la MDMA) y la PMA (parametoxianfetamina, implicada en varios casos mortales
en Estados Unidos y Australia) también se venden en ocasiones como éxtasis.
Estas drogas pueden ser neurotóxicas o crear riesgos adicionales para la salud
del usuario. Además, las tabletas de éxtasis se pueden adulterar con otras
sustancias como efedrina (un estimulante), dextrometorfano (un antitusivo),
ketamina (un anestésico de uso principalmente veterinario), cafeína, cocaína y
metanfetamina. Aunque la combinación de MDMA con una o más de estas drogas
puede presentar peligros adicionales, en algunos casos los usuarios de MDMA
también consumen otras sustancias adicionales como marihuana y alcohol, lo cual
pone al consumidor en un riesgo aún más alto.
¿Qué opciones de tratamiento existen?
No existen tratamientos específicos para
el abuso y la adicción a la MDMA. Los tratamientos más eficaces para el abuso y
la adicción a las drogas en general son las intervenciones
cognitivo-conductuales diseñadas para modificar el pensamiento, las
expectativas y los comportamientos del paciente relacionados con el uso de
drogas así como para aumentar su capacidad de enfrentarse a los factores de estrés
de la vida. La participación en grupos de apoyo para personas que abusan de las
drogas, en combinación con las intervenciones conductuales, puede ser eficaz
para respaldar una recuperación a largo plazo sin recaídas. En la actualidad no
existen tratamientos farmacológicos para la adicción a la MDMA.
Fuente: Portal sobre adicciones
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