domingo, 1 de enero de 2012

Vista del mar en Scheveningen, por Quim Monzó

Muchos turistas iban con el aliciente de sentarse en un 'coffeeshop' y fumarse un porro de forma legal

Artículos | 31/12/2011 - 00:00h


A partir de mañana, en los Países Bajos los extranjeros de paso ya no podrán consumir marihuana en los coffeeshops. Podrán seguir haciéndolo los ciudadanos holandeses y los que, sin serlo, tengan permiso de residencia. La explicación es que la maría que se vende en esos lugares está manipulada y tiene más de un 15% de tetrahidrocannabiol (THC), y, si la concentración de THC es tan elevada, los efectos sobre el cerebro humano pueden ser peligrosos. De forma que las autoridades han decidido que hay dos tipos de marihuana. Una, la de toda la vida, que siguen considerando droga blanda. Otra, esta con más del 15% de THC, que pasa a la categoría de dura. De ahí la necesidad de controlar esos locales, que ahora serán clubs privados. Para poder acceder y fumar un porrito se tendrá que ser socio. Se limita también la cifra de socios: dos mil. Cuando uno de esos clubs llegue a dos mil socios, ya no puede admitir ninguno más. Hay que suponer que pasará como con los abonos de algunos clubs de fútbol que tienen más socios que asientos en el estadio y hay que ir esperando que algunos vayan muriendo y dejen espacio libre para que puedan acceder nuevos socios.

Desde los años setenta muchos turistas iban a Holanda con el aliciente de sentarse en uncoffeeshop y fumarse un porro de forma totalmente legal. Este era el gran qué. Durante estas mismas décadas, en algunos bares catalanes se ha consumido marihuana sin demasiados problemas, a veces dentro del local y, si los amos decían que ni hablar, pues fuera, en la calle, dejando ir esos aromas que sorprenden a los peatones que pasan. Pero aquí era y es ilegal, y en Holanda no e incluso los turistas podían fumarla. Eso hizo que la marihuana se convirtiese en otro icono de Holanda, junto con los molinos de viento, el queso y los tulipanes. Esa fascinación –que pudieses fumar y no se te cayese el pelo– propició aquella escena básica dePulp fiction en la que John Travolta explica a un boquiabierto Samuel L. Jackson las maravillas de Amsterdam: "Es legal comprarla, es legal tenerla y, si eres el amo de un bar de hash, es legal venderla. Es legal llevarla, lo que no importa mucho, porque, no te lo pierdas, si los polis te detienen es ilegal que te registren".

Algunos comentaristas malévolos presentan esta modificación de la ley como una evidencia de que la liberalización holandesa de los setenta en materia de drogas ha sido un fracaso. Que nadie se lo crea. Esto de ahora es una simple mejora de una política –la despenalización del consumo del cannabis– que en tres décadas y media ha conseguido la proeza de separar claramente el mundo de la droga blanda (haciéndolo legal) del mundo de la droga dura (clandestino), de forma que el abismo que ha creado entre ambos ha acabado por beneficiar claramente a la salud pública holandesa. Feliz Año Nuevo.


Vista del mar en Scheveningen, por Quim Monzó

No hay comentarios:

Publicar un comentario