domingo, 4 de marzo de 2012

Adicción a las Benzodiacepinas

El efecto adictivo de las benzodiacepinas se basa en la demostración de que mantienen las respuestas condicionadas a un nivel más elevado que el placebo, lo cual confirma su potencial de abuso. Su administración crónica induce una regulación descendente del receptor GABA-A y la retirada brusca del consumo de BZD puede desencadenar un síndrome de abstinencia, con diversas reacciones de ansiedad, tales como una disminución de la interacción social y un aumento de las conductas agresivas.
La respuesta al tratamiento con BZD en diferente en las personas que tienen antecedentes personales, o incluso familiares, de alcoholismo o de abuso de otras sustancias. Los pacientes con trastornos de ansiedad y antecedentes personales de abuso de alcohol o drogas, se consideran de riesgo elevado para desarrollar abuso de BZD.

Los pacientes alcohólicos presentan concentraciones mas bajas de GABA en el cortex prefrontal, evaluado mediante resonancia magnética espectroscópica. Pero las personas que tienen antecedentes familiares de abuso de sustancias también muestran "preferencia" por las BZD e incluso los consumidores moderados de alcohol, con frecuencia se autoadministran dosis mas elevadas de diazepam  que los que tienen solo un pequeño consumo de alcohol. Existen datos que ponen de manifiesto que mas de la mitad de los pacientes alcohólicos, en tratamiento ambulatorio, que presentaban resultados positivos para las BZD en la orina, tenían un patrón de abuso de las mismas, de igual modo, se calcula que un 15-20% de los pacientes alcohólicos que acuden a tratamiento presentan abuso de BZD y pueden tomarlas como automedicación de sus síntomas de abstinencia o ansiedad, como euforizantes o para potenciar los efectos del etanol.

El consumo simultaneo de alcohol y BZD aumenta el riesgo de accidentes, sobredosis, caídas y amnesia posterior. El consumo crónico de BZD puede acelerar el deterioro cognitivo y es un factor de riesgo de caídas entre los ancianos.

La intoxicación aguda por BZD puede estar asociada a una desinhibición conductual, la cual puede conducir a conductas hostiles o incluso agresivas sobre todo cuando el consumo de BZD va asociado al del alcohol. Además asociadas al alcohol, las sobredosis de BZD pueden producir la muerte por parada cardio-respiratoria.

Los ancianos son el grupo mas frágil ante los posibles efectos adversos de las BZD y sus consecuencias.

El amplio consumo y difusión se puede relacionar con la baja percepción de riesgo. En la población general una de las conductas con menor percepción de riesgo es el consumo de tranquilizantes o somníferos. Las mujeres perciben mas riesgos que los hombres en el consumo de todas las drogas, excepto en el consumo habitual de hipnosedantes.

El consumo de BZD es muy frecuente en pacientes tanto con patología medica como con trastornos mentales. Se utilizan de forma amplia en Atención Primaria y en psiquiatría. En Atención primaria son prescritas por su función ansiolítica, hipnótica y miorelajante en grupos heterogéneos, tanto de pacientes como de trastornos. De forma puntual por supuesta gastritis con un correlato de ansiedad o un dolor cervical con contractura muscular, hasta otra forma mas perdurable, como los trastornos de ansiedad e insomnio, o en trastornos mentales graves. Por ello no es de extrañas que el medico de familia sea propuesto como el principal responsable del uso limitado o ilimitado de las BZD. Hasta un 5% de las consultas realizadas por Médicos de Familia, tienen una alta probabilidad de acabar con una prescripción de hipnosedantes (Berjano et al, 2008).

El medico de familia en general, no utiliza escalas de ansiedad o se repasa los ítems diagnósticos antes de prescribir BZD. Se consideran mas los síntomas de ansiedad, las quejas somáticas o la dificultad de afrontamiento de problemas personales, familiares, sociales o laborales que la correspondencia de este cuadro psíquico a una entidad diagnostica. Es la consideración de que no existe la "enfermedad" como tal, solo existe el paciente que la sustenta. Todo ello dificulta seguir las recomendaciones de las guías clínicas y explicaría porque el tratamiento se prolonga mas allá de la remisión del cuadro que lo motivó. El paciente piensa que la vida o el sueño son mas cómodos con el fármaco y el medico tiende a olvidarse de revisar la prescripción, con la consideración que la personalidad y el contexto socio-laboro-familiar del paciente suele ser difícilmente removible

El uso y consumo de BZD en atención psiquiátrica también es muy frecuente. En pacientes con trastornos de ansiedad se utilizan dentro de sus indicaciones pero también como coadyuvantes en otras patologías: psicosis, trastornos bipolares, depresiones… En drogodependientes el consumo es muy frecuente. Los consumidores de otras drogas, por ejemplo cocaina, consumen muy frecuentemente "tranquilizantes". Situación parecida ocurre entre los consumidores de heroína, anfetaminas y alucinógenos.

Se puede concluir que tanto la escasa percepción de riesgo en su uso como el amplio empleo en múltiples patologías entre otros motivos, explican la elevada prevalencia de abuso o mal uso de las BZD.

Bibliografia

Guardia, J., Surkov, S. I., & Cardús, M. (2011). Bases neurobiológicas de la adicción. En J. Bobes, M. Casas, & M. Gutierrez, Manual de trastornos adictivos. 2ª Edición (págs. 25-33). Enfoque Editorial S.C.

Roncero, C., Fusté, G., Egido, A., Rodriguez-Pascual, M., & Casas, M. (2010). Benzodiacepinas. En Manual de adicciones para médicos especialistas en formación (págs. 569-612). Cesar Pereiro Gómez : Sociodrogalcohol.








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