lunes, 19 de diciembre de 2011

El riesgo de psicosis para un menor que mantiene un consumo continuado de cannabis es muy importante.

Los profesionales de la salud están de acuerdo con los «graves daños» que el cannabis puede causar en el cerebro en desarrollo de un adolescente. La psiquiatra Ana González-Pinto, jefa de Programas Especiales de Psiquiatría del hospital de Araba, resume la situación. «El riesgo de psicosis para un menor que mantiene un consumo continuado es muy importante. Pero, además una conducta así no sólo favorece que los niños sufran problemas cognitivos, sino que también les lleva a tener un peor rendimiento, a quedarse descolgados del seguimiento de sus clases y, finalmente, a la aparición de un cuadro de fracaso escolar». 

La madurez plena del cerebro humano no se alcanza hasta los 24 años, aunque la fase más crítica de desarrollo culmina a los 18. Cualquier agresión recibida durante ese tiempo puede tener efectos notables sobre la salud. «El cannabis es una droga peligrosa para los jóvenes en la medida en que condiciona la aparición de trastornos psiquiátricos», describe el especialista Miguel Gutiérrez, catedrático de Psiquiatría de la universidad pública vasca. Un estudio de la doctora González-Pinto, publicado en 'Journal of Clinical Psychiatry', una de las revistas más prestigiosas del mundo de la especialidad, lo corrobora. El trastorno bipolar y la esquizofrenia se adelantan seis o siete años en los consumidores moderados de cannabis y hasta ocho en las personas con mayor adicción. 

Una cuestión que a menudo se plantea al analizar los riesgos de la marihuana es si su consumo resulta más dañino para la salud que el del cigarro. Según recuerda Manuel Guzmán, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Complutense de Madrid,sus perjuicios están ligados, sobre todo, a la aparición de enfermedades cardiovasculares, complicaciones respiratorias y cánceres, que se desatan tras un consumo prolongado y abusivo. Todas estas patologías, frecuentes en los fumadores de tabaco, resultan mucho menos comunes entre los usuarios de -sólo- marihuana. Es una cuestión numérica. «Una pauta desmedida en tabaco supone el consumo de 40 ó 50 cigarrillos al día, mientras que lo máximo que se fuma un usuario de cannabis son 7 u 8 porros». 

Más allá de la inmadurez de su sistema nervioso central y de los daños que se le pueden infligir, el problema en el consumo de marihuana entre los menores es otro, según describe Guzmán. «Lo consumen de una forma desaforada, utilizan altas dosis de producto y generalmente usan un cannabis muy puro, bastante rico en su principal componente psicoactivo, que es el THC», la sustancia tras la que se ocultan los cuadros de psicosis y ansiedad.


Fuente: Psiquiatria.com

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