sábado, 26 de noviembre de 2011

Cocaína y sistema de recompensa cerebral


La adicción hasta hace poco se consideraba un vicio y como tal, el dejarlo dependía de la fuerza de voluntad del adicto en cuestión. Hoy en día gracias a los avances en esta materia se sabe que la adicción es una enfermedad y que como tal se ha de tratar ayudándonos de la terapia psicológica y la psicofarmacología.
La adicción se define como una necesidad compulsiva de consumo de sustancias psicótropas pero no sólo esto, también existen adicciones al juego, a la comida, al sexo…
La conducta adictiva cada vez va contaminando más esferas de la vida del individuo, hasta que todo gira en torno al eje de la adicción y el individuo descuida paulatinamente los demás ámbitos de su vida.
Normalmente, se empieza a consumir una droga como acto social, como algo lúdico que se hace con amigos, cuando salimos de fiesta, etc., para pasar después a una segunda etapa en la que se pierde el control sobre la conducta adictiva.
No todas las personas que consuman una droga desarrollarán un trastorno adictivo, pues esto dependerá de factores de vulnerabilidad previa y factores contextuales que facilitarán el desarrollo del trastorno.
La estructura neurobiológica más implicada en el desarrollo de la adicción es el sistema dopaminérgico que a través del neurotransmisor dopamina interviene en el procesamiento de toda información relacionada con la recompensa.
Este sistema facilita el aprendizaje de aquellas circunstancias ambientales que rodean a las recompensas primarias (sexo o comida).  Nos ayuda a recordar y a aprender qué es lo que debemos hacer para conseguir estas recompensas y en qué circunstancias contextuales se dan estas.
Cuando conseguimos una recompensa en forma de, por ejemplo, comida o sexo, se produce una liberación  de dopamina en el sistema dopaminérgico. Una vez hayamos aprendido la respuesta más eficiente para conseguir estas recompensas, el sistema dopaminérgico dejará de liberar el neurotransmisor. De ahí que las situaciones nuevas  nos estimulen y motiven y que cuando dejan de ser nuevas perdamos el interés en ellas.
Existen diferencias importantes entre el comportamiento del sistema dopaminérgico frente a las recompensas primarias o naturales y frente al consumo de drogas de abuso.
Mientras que  con la aparición repetida de las recompensas naturales, el sistema dopaminérgico va reduciendo paulatinamente la liberación de dopamina hasta extinguirse,  con las drogas de abuso eso no sucede (simplemente el abusador deberá aumentar la dosis para conseguir los mismos efectos).
Esto significa que cada vez que consumimos la droga se produce liberación de dopamina y además esta liberación de neurotransmisor es de mayor envergadura que con las recompensas naturales.
Fuente: Diariomedico.com

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